
Ahora, esos mismos militares y empresario católicos, enriquecidos con el sufrimiento y el empobrecimiento del pueblo salvadoreño, junto a la jerarquía cómplice, se agolpan en las iglesias clamando letanías al nuevo Santo del santoral. Quizás buscando tranquilizar sus conciencias criminales, quizás buscando fijar la idea sobre Romero como un Santo milagrero en el pueblo creyente.
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