
Los golpistas, que ahora intentan defenderse de las acusaciones por delitos de lesa humanidad, no sólo carecen de líderes/candidatos de alcance plurinacional, sino también de una organización política unitaria que los aglutine. El tiempo (y sus acciones como gobierno de facto) son su peor enemigo para la próxima batalla electoral. Y, Alberto Fujimori/Vladimiro Montesinos es el espejo de su nefasto destino inmediato.
Los actores internos y externos del Golpe de Estado en Bolivia, consumado el 10 de noviembre pasado, al parecer, en su intento de mimetizar y/o presentar como “una sucesión constitucional” la ruptura del orden constitucional que ejecutaron, van mostrando (a todo color) sus miserias humanas, tanto en lo político, intelectual y moral.
Planificaron y ejecutaron la hoja de ruta del Golpe en Bolivia, pero no consideraron el factor de la opinión internacional. Por ello, por más que todos los medios de información masiva (bien pagados) en el país, sus analistas y sus opinadores, repetían/repiten que en Bolivia no había Golpe de Estado. Desde el exterior se llamó por su nombre a lo que ocurría en Bolivia: Golpe de Estado.
La usurpadora y sus secuaces masacraron, reprimieron y encarcelaron a la resistencia popular contra el Golpe. Y aparentemente lograron doblegarlos psicológicamente acusándolos de “terroristas”. Pero la comunidad internacional, ahora, los sacude con informes sobre violaciones de derechos humanos.
A un mes del fatídico Golpe de Estado, con las evidencias de los 36 masacrados a bala, y el inconsistente informe final de la OEA sobre el proceso electoral último, ya no está en discusión si fue o no Golpe de Estado lo ocurrido en Bolivia, sino, ahora, los golpistas intentan repeler las acusaciones de las dos masacres de indígenas que cae sobre sus espaldas. CIDH y la ONU son claros en sus posturas: hubo dos masacres y tienen que ser investigados por agentes internacionales.
El Golpe de Estado se evidencia con la intervención/insubordinación militar en el gobierno constitucional de Evo Morales. Las dos masacres se constatan por la cantidad de muertos y heridos a bala. Hay dos decretos firmados por la usurpadora que funge de Presidenta: el Decreto nº 4078 que eximió de responsabilidad penal a los militares asesinos(Art. 3º), y el Decreto nº 4100 que obliga a los sobrevivientes de las masacres indemnizados económicamente a renunciar a sus legítimos derechos de acudir a instancias internacionales con sus quejas.

Hubo licencia para masacrar, y hay chantaje legal a la víctimas para no presentar quejas ante instancias internacionales. Si cobraste los Bs. 50 mil por tu muerto ya no puedes quejarte. Es el grotesco “condicionamiento” de los golpistas a sus víctimas.
A todo esto se suma el mapa político boliviano post Golpe de Estado que es contrario a los intereses electorales de los golpistas. Los golpistas, por separado, difícilmente podrán derrotar en las urnas al Movimiento Al Socialismo (MAS) porque éste es la única organización política que tiene estructura organizativa continua tanto dentro como fuera de Bolivia.
Los golpistas, que ahora intentan defenderse de las acusaciones por delitos de lesa humanidad, no sólo carecen de líderes/candidatos de alcance plurinacional, sino también de una organización política unitaria que los aglutine. El tiempo (y sus acciones como gobierno de facto) son su peor enemigo para la próxima batalla electoral. Y, Alberto Fujimori/Vladimiro Montesinos es el espejo de su nefasto destino inmediato.
Hicieron el Golpe para deshacerse de la “dictadura” del MAS, pero al parecer (incluso con Evo Morales y García Linera en el exterior como víctimas ciberactivos), terminarán desmintiendo a los bolivianos que el MAS no había sido el demonio que pintaban, no por lo menos en comparación con ellos.