A los originarios de Abya Yala, nos duele el genocidio en Palestina

Padre palestino con sus hijo sobreviviente

“Se hace silencio cuando los niños duermen, no cuando los matan”, circula un imperativo categórico existencial en las redes sociales ante la premeditada y planificada masacre de niños, ancianos, jóvenes, del pueblo palestino.

Voces de multitudes resuenan casi en todo el mundo, pero no pueden parar el estruendo de las bombas, con insignias norteamericanas, que llueven sobre el ya sufrido pueblo palestino que las Naciones Unidas no quiso nunca reconocerlo como Estado. Eso sí, le quitó parte de su territorio para colocar en ello a los “huéspedes israelís”. Pero, éstos pronto se convirtieron en ocupantes violentos, y ahora se convirtieron en los verdugos “escogidos por Dios”.

Los genocidios y los holocaustos siempre serán detestables y deshumanizantes en cualquier parte, y en cualquier tiempo. Israel no puede, ni debe intentar “sanar el sufrimiento” que quizás aún le habita aplicándole la Ley del Talión: Ojo por ojo, diente por diente. No fue Palestina el verdugo del holocausto judío. Ni habrá Dios alguno que perdone semejante brutalidad.

Los pueblos de Abya Yala sabemos en carne propia lo que es un holocausto. Lo sufrimos por siglos, bajo la Cruz y la Espada. Pero sobrevivimos y resistimos. Y, ahora, libres de rencores, ante el macabro genocidio que Israel y Estado Unidos ejecutan contra Palestina, con la complicidad permisiva de las Naciones Unidas, exigimos que pare la apocalíptica lapidación de los palestinos. Y para exigir esto no necesitamos ser pro palestinos o anti israelís. Nuestra dignidad humana nos exige no hacer silencio ante la masacre de niñ@s inocentes.

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