Ollantay Itzamná

En este Día Mundial contra la Minería a Cielo Abierto, unamos nuestras voces y acciones. Que la reflexión sobre las devastadoras consecuencias de esta actividad y la esperanza que nos brindan las resistencias de Abya Yala y la voz de las iglesias, nos impulsen a construir un futuro donde la vida, y no la destrucción, sea el fundamento de nuestro Buen Vivir. Es tiempo de escuchar a la Madre Tierra y de reencantarnos con su sabiduría, protegiendo este hogar común para las generaciones presentes y futuras.

El 22 de julio, Día Mundial contra la Minería a Cielo Abierto, nos convoca a una profunda reflexión sobre una actividad que, por sus intrínsecos impactos, ha sido objeto de rechazo y prohibición en numerosas naciones. Este día no es solo una fecha para recordar, sino un llamado urgente a la acción global para salvaguardar nuestros ecosistemas y comunidades.


Las razones técnicas para la prohibición en el Norte global:


La minería a cielo abierto, también conocida como minería a tajo abierto o de superficie, fue gradualmente prohibida o fuertemente regulada en muchos países del Norte global (Europa, Norteamérica) debido a una serie de razones técnicas y ambientales insoslayables:

Alteración topográfica masiva: Implica la remoción de vastas cantidades de suelo y roca para acceder al mineral. Esto genera gigantescos cráteres que alteran irremediablemente el paisaje original, provocando la pérdida de hábitats y la fragmentación de ecosistemas.

Contaminación del Agua: Requiere el uso de enormes volúmenes de agua y genera grandes cantidades de residuos tóxicos. La lixiviación con cianuro (para la extracción de oro, por ejemplo) es particularmente preocupante, ya que los efluentes pueden contaminar acuíferos, ríos y lagos con metales pesados y sustancias químicas persistentes, afectando la biodiversidad acuática y la salud humana.

Erosión y sedimentación: La remoción de la cobertura vegetal y del suelo aumenta drásticamente la erosión, lo que lleva a la sedimentación de cuerpos de agua y a la degradación de suelos fértiles.

Contaminación del aire: La voladura de rocas y el constante movimiento de maquinaria pesada liberan grandes cantidades de polvo y partículas en suspensión, así como gases contaminantes (óxidos de azufre y nitrógeno), afectando la calidad del aire y contribuyendo a problemas respiratorios en las poblaciones cercanas.

Consumo energético elevado: Es una actividad intensiva en el uso de energía, contribuyendo significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero y al cambio climático.


Estas problemáticas, sumadas a una mayor conciencia ambiental y a la presión social, llevaron a muchos países del Norte a optar por formas de minería subterránea más controladas o, directamente, a desincentivar la minería a cielo abierto en sus territorios, transfiriendo a menudo esta práctica a regiones con regulaciones ambientales más laxas.

Impactos socioambientales y resistencia en Abya Yala

Mientras el Norte restringía estas prácticas, el Sur global, particularmente el continente de Abya Yala (América Latina), se convirtió en un nuevo frente para la expansión de la minería a cielo abierto. Aquí, los impactos se exacerban y se suman a realidades sociales complejas:

Desplazamiento forzado y violencia: Comunidades enteras, a menudo indígenas y campesinas, son desplazadas de sus tierras ancestrales para dar paso a las operaciones mineras, perdiendo su sustento, cultura e identidad. Esto genera conflictos sociales, criminalización de la protesta y, en muchos casos, violencia y asesinatos de líderes ambientales.

Pérdida de soberanía alimentaria: Las tierras agrícolas son acaparadas o contaminadas, lo que destruye los medios de vida de las comunidades y compromete la seguridad alimentaria a nivel local y regional.

Impacto en la salud pública: La exposición crónica a contaminantes del agua y del aire provoca un aumento de enfermedades respiratorias, cutáneas, gastrointestinales, cáncer y malformaciones congénitas en las poblaciones cercanas.

Fractura del tejido social: La llegada de empresas mineras a menudo genera divisiones internas en las comunidades, cooptación de líderes y la destrucción de formas de organización social tradicionales.

Devastación de la Biodiversidad: La minería a cielo abierto es una de las principales causas de deforestación, pérdida de especies endémicas y destrucción de ecosistemas vitales, incluyendo bosques tropicales, humedales y páramos, que son hogar de una riqueza biológica incalculable.

Frente a esta realidad, los territorios de Abya Yala han sido escenario de una heroica resistencia. Desde las comunidades indígenas que defienden su cosmovisión y relación ancestral con la tierra, hasta movimientos campesinos, organizaciones ecologistas y académicas, la lucha contra la minería a cielo abierto se ha levantado con fuerza. Ejemplos como Conga en Perú, Esquel en Argentina, Intag en Ecuador, Cabeceras en Costa Rica y las luchas en Guatemala, Honduras y Chile, demuestran la voluntad inquebrantable de los pueblos de proteger sus territorios y su futuro.

Urgente acción global: Expulsar la Minería a Cielo Abierto de los planes industriales


Este Día Mundial es un llamado a la acción global y concertada de pueblos y estados. No podemos permitir que el afán extractivista continúe devastando nuestra Madre Tierra y despojando a las comunidades. Es fundamental:

Promover moratorias y prohibiciones nacionales: Los estados deben seguir el ejemplo de países que han prohibido o establecido moratorias a la minería a cielo abierto, priorizando el bienestar de sus ciudadanos y el equilibrio ecológico sobre los intereses económicos cortoplacistas.

Fortalecer la legislación ambiental y la gobernanza: Es imperativo establecer marcos regulatorios rigurosos que garanticen el cumplimiento de los derechos humanos y ambientales, sancionando severamente las infracciones.

Apoyar las economías locales y sostenibles: Se debe invertir en modelos de desarrollo alternativos que fomenten la diversificación productiva, la agroecología, el ecoturismo y otras actividades que sean compatibles con la conservación de los ecosistemas y la autonomía de las comunidades.

Exigir responsabilidad corporativa y financiera: Las empresas mineras y las instituciones financieras que las respaldan deben ser responsabilizadas por los daños socioambientales que causan.

Fomentar la solidaridad internacional: Es crucial que los movimientos sociales, las organizaciones de la sociedad civil y los ciudadanos del mundo unan sus voces para presionar a gobiernos y corporaciones.

El reencantamiento con la Madre Tierra: Una Orientación Pastoral para la Esperanza


En este contexto, la reciente Orientación Pastoral contra la Minería publicada por la Iglesia Católica a través del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño) es un faro de esperanza y un llamado a la conciencia. Esta iniciativa subraya la dimensión espiritual y ética de la crisis ambiental, invitándonos a un reencantamiento con la Madre Tierra.

El documento del CELAM refuerza la visión de que la Creación no es un mero recurso a ser explotado, sino un don sagrado que debemos custodiar. Nos invita a pasar de una lógica de dominación a una de cuidado y respeto, reconociendo la interconexión de toda la vida y el valor intrínseco de cada ser vivo. Es un llamado a la conversión ecológica, a transformar nuestros hábitos de consumo, nuestras políticas y, sobre todo, nuestra relación con la naturaleza. Nos recuerda que la injusticia ambiental es también una injusticia social, y que el grito de la tierra es el grito de los pobres.

En este Día Mundial contra la Minería a Cielo Abierto, unamos nuestras voces y acciones. Que la reflexión sobre las devastadoras consecuencias de esta actividad y la esperanza que nos brindan las resistencias de Abya Yala y la voz de las iglesias, nos impulsen a construir un futuro donde la vida, y no la destrucción, sea el fundamento de nuestro Buen Vivir. Es tiempo de escuchar a la Madre Tierra y de reencantarnos con su sabiduría, protegiendo este hogar común para las generaciones presentes y futuras.

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