Ollantay Itzamná

Cada 1 de agosto, el Perú se viste de fiesta para celebrar el Día Nacional de la Alpaca, una fecha que rinde tributo a un animal emblemático que es mucho más que un simple camélido: es un pilar fundamental de la economía, la cultura y la cosmovisión de los pueblos andinos. Esta conmemoración, establecida en 2013, nos invita a reflexionar sobre la importancia de la alpaca, su fascinante historia y su prometedor futuro.

Un origen milenario y una adaptación sorprendente

La alpaca (Vicugna pacos) es un camélido sudamericano que tiene sus raíces en las altas mesetas de los Andes, en territorios que hoy corresponden a Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Su domesticación, que se estima ocurrió hace más de 6,000 años, es un testimonio de la profunda relación que los antiguos pobladores de la región establecieron con su entorno. A diferencia de sus parientes salvajes, la vicuña y el guanaco, la alpaca fue criada selectivamente por su valiosa fibra, un material que rápidamente se convirtió en un bien esencial para la supervivencia en las duras condiciones del altiplano.

Su capacidad de adaptación es, sin duda, una de sus características más notables. Las alpacas han evolucionado para prosperar en ecosistemas de gran altitud, donde el oxígeno es escaso, las temperaturas son extremas y la radiación solar es intensa. Su sistema circulatorio, optimizado para la hipoxia, y su denso vellón, que las aísla del frío, son solo dos ejemplos de las maravillas de la selección natural y la crianza ancestral. Además, su dieta, basada en pastos duros de altura, y su forma de pastoreo, que no arranca las raíces de las plantas, las convierte en un animal ecológicamente sostenible. Sus almohadillas plantares, a diferencia de las pezuñas de otros animales, minimizan la erosión del suelo, permitiendo que el delicado ecosistema andino se regenere.


Diversificación y la importancia de la fibra

Con el paso del tiempo, los pueblos andinos no solo domesticaron a la alpaca, sino que también la diversificaron. Hoy en día, se reconocen principalmente dos tipos: la huacaya y la suri. La huacaya, la más común, se caracteriza por su vellón denso y rizado que le da un aspecto esponjoso. La suri, por otro lado, se distingue por su fibra larga, lisa y sedosa que cuelga en forma de mechones. Esta diversificación no es casual; responde a las necesidades específicas de la producción textil, ya que cada tipo de fibra tiene propiedades únicas que la hacen ideal para distintos usos.


La fibra de alpaca es considerada una de las más finas y lujosas del mundo. Sus características hipoalergénicas, su ligereza, su suavidad y su capacidad térmica la convierten en un material codiciado en la industria de la moda. Desde los chullos y ponchos tradicionales hasta las más sofisticadas prendas de alta costura, la fibra de alpaca ha sabido conquistar mercados globales, llevando consigo la esencia de los Andes.


Un pilar para los pueblos y culturas andinas

La alpaca no es solo una fuente de fibra y carne; es un eje central en la vida de las comunidades andinas. Económicamente, la crianza de alpacas es la principal actividad de subsistencia para miles de familias en las zonas altoandinas del Perú. La venta de fibra, carne y artesanías derivadas de este camélido genera ingresos que permiten a estas comunidades vivir con dignidad y preservar sus tradiciones.

Pero su importancia va más allá de lo económico. La alpaca es parte intrínseca de los rituales y ceremonias andinas. Es un animal sagrado, un «regalo de la Pachamama» o Madre Tierra, y su imagen está presente en el arte, los tejidos y las narrativas orales de estos pueblos. En rituales de agradecimiento y fertilidad, las alpacas son honradas como intermediarias entre el mundo terrenal y el mundo espiritual.

En las últimas décadas, el turismo de alpacas ha emergido como una nueva vertiente de desarrollo. La oportunidad de interactuar con estos dóciles y carismáticos animales, aprender sobre su crianza y apreciar la belleza de los paisajes donde habitan, atrae a visitantes de todo el mundo, generando nuevas oportunidades de empleo y visibilizando la rica cultura de los criadores.

Adaptación al futuro y resiliencia

Una de las cualidades más destacables de la alpaca es su sorprendente capacidad de adaptación a nuevos climas y ecosistemas sin causar un impacto negativo significativo. Su huella ecológica es mucho menor que la de otros animales de pastoreo, lo que la convierte en una alternativa sostenible en la búsqueda de soluciones para la producción ganadera en un contexto de cambio climático. Su presencia en países como Estados Unidos, Australia y varios de Europa, donde se cría con éxito, es una prueba de su versatilidad.

El Día Nacional de la Alpaca no es solo una celebración; es un recordatorio de la necesidad de valorar, proteger y promover a este noble animal. Es una oportunidad para reconocer el legado de los pueblos andinos, que han sido guardianes de esta especie durante milenios, y para impulsar un futuro en el que la alpaca siga siendo un símbolo de resiliencia, sostenibilidad y conexión con la naturaleza. Honrar a la alpaca es honrar al corazón de los Andes.

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