
En un texto escrito colectivamente en julio de 2025, educadores, algunos de los cuales pertenecen a comunidades de pueblos originarios, reflexionan sobre la celebración de la Pachamama. Los autores participan anualmente en ceremonias de agradecimiento a la Pachamama, o Madre Tierra, y buscan profundizar en los significados de esta celebración, así como en las tensiones que la atraviesan. La celebración de la Pachamama se ha llevado a cabo durante cientos de años en territorios que actualmente forman parte de Argentina, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile.
El texto aborda por qué no se desea que la celebración del 1 de agosto se convierta en una «efeméride». La noción de efeméride a menudo se asocia con algo efímero y pasajero, lo cual contrasta con el profundo significado que la Pachamama tiene para los pueblos originarios y comunidades mestizas del Abya Yala. Este concepto se vincula con identidades y espiritualidades que exceden las «efemérides» escolares tradicionales, las cuales históricamente han excluido a diversas culturas en la consolidación del Estado nación. La espiritualidad, en este contexto, no es sinónimo de religión, sino que se refiere a una forma de ver y habitar el mundo.
La celebración de la Pachamama en agosto se enmarca en un calendario diferente al gregoriano. Los pueblos de la región andina del sur de Abya Yala se rigen por el «calendario lunisolar kolla aymara», donde los solsticios y equinoccios tienen una relevancia particular. El 21 de junio, el solsticio de invierno, marca el día más corto y frío. A partir de este día, la tierra en la región andina comienza a emanar vapor a medida que retorna el calor solar. Efraín Condori, un maestro kolla-aymara, explica que las actividades de agosto, vinculadas con la caída del granizo, nevadas y lluvias, son vistas como un «bostezo» de la tierra que se prepara para florecer.
La «Pachamama» es una palabra pan-andina con un significado profundo y amplio: «todo lo que es». Pacha es la fuente principal de la vida y es considerada un ser vivo orgánico. En la cosmovisión andina, a diferencia de la occidental, no existe una división entre lo vivo y lo no vivo, lo orgánico y lo inorgánico, o lo humano y lo no humano. Pacha significa simultáneamente «espacio y tiempo», una totalidad interconectada, en equilibrio y movimiento. La palabra Pacha proviene de dos raíces: pa (dos) y cha (fuerza), lo que se traduce como «dos fuerzas de energía de vida, natural y complementaria»: el Padre Cosmos (Pachaqama) y la Madre Tierra (Pachamama). La cosmovisión kolla aymara-quechua es dual, y todo lo que existe surge del encuentro de estas dos fuerzas complementarias. En este tejido de la vida, todo está interconectado y el ser humano es solo una parte de la Madre Tierra.
La manera de agradecer a la Pachamama varía según las costumbres de cada comunidad. En el norte de Argentina, se cava la tierra para colocar alimentos como ofrenda. En otros lugares, como explica el maestro kolla-aymara Efraín Condori, se utiliza el fuego como un puente hacia el mundo espiritual de la Pachamama. Este fuego, que representa al «abuelito más antiguo», se usa para colocar hierbas, coca e intenciones con el fin de recargar energías y «alimentar a la Pacha». Estas actividades nos recuerdan que agosto es un mes de preparación para lo que vendrá, un proceso que no puede limitarse a un solo día. En la cosmovisión quechua-aymara, agosto es un tiempo seco y frío de descanso para la tierra, que después se preparará para el calor, la humedad y la lluvia de la primavera.
La celebración de la Pachamama y sus ceremonias, como la de la caña con ruda, son una oportunidad para trascender el folclore superficial. Es un llamado a la acción y a la reflexión profunda sobre nuestra relación con la Tierra. El tiempo, a diferencia de la concepción occidental lineal, es visto por muchos pueblos originarios como circular o en espiral, marcado por ciclos naturales como la siembra y la cosecha, y las fases lunares. Por lo tanto, agradecer a la Pachamama en agosto es una expresión de esta concepción cíclica del tiempo y la renovación.
En este sentido, la nota invita a ir más allá de la efeméride. Propone que la interacción y el respeto por la Pachamama no deben ser relegados a un solo día al año, sino que deben ser una parte constante de nuestra vida cotidiana. Debemos reflexionar sobre los profundos significados de la interconexión con la Tierra y el cosmos. Este enfoque nos permite comprender nuestra identidad en relación con la Madre Tierra y honrar los saberes, historias y costumbres de los pueblos originarios que han mantenido esta conexión viva durante siglos. Agradecer a la Pachamama es un proceso constante de reciprocidad y cuidado, un recordatorio de que somos una parte integral de un tejido de vida más grande. La conciencia e interacción con la Pachamama deben ser una constante, no una excepción.