
Cada 15 de octubre, el mundo se une a la convocatoria de las Naciones Unidas para celebrar el Día Mundial de las Mujeres Rurales, una jornada dedicada a honrar a las verdaderas guardianas de la vida, la cultura y el alimento en nuestro planeta.
La vida de las mujeres rurales es, a menudo, una de profundo esfuerzo y sacrificio silencioso. Ellas se enfrentan a duras realidades que combinan el empobrecimiento, la desigualdad en el acceso a recursos productivos, la falta de servicios básicos y la discriminación. A pesar de estas barreras estructurales y culturales, su labor no cesa, convirtiéndose en el pilar inquebrantable de sus familias y comunidades.
En sus manos no solo se sostiene el hogar, sino también el futuro. Son las mujeres rurales quienes cuidan de sus familias, asegurando la alimentación y el bienestar. Son ellas quienes, con un saber ancestral transmitido de generación en generación, custodian las semillas nativas, seleccionando y protegiendo la biodiversidad esencial para nuestros sistemas alimentarios. Son las portadoras de la cultura, las lenguas y las tradiciones que dan identidad y riqueza a la humanidad.
Las mujeres rurales son las productoras invisibilizadas que, día a día, cultivan la tierra, crían el ganado y manejan los recursos naturales de forma sostenible, garantizando que el ciclo de la vida continúe. Su rol es, sencillamente, fundamental para la existencia humana.
Hoy, más que nunca, es imperativo que la humanidad entera tome conciencia del rol vital de las mujeres rurales. Su esfuerzo es la base de nuestra soberanía alimentaria, la conservación de la diversidad biológica y la pervivencia de la cultura. Hacemos un llamado a todos: a gobiernos, organizaciones y ciudadanos, a reconocer, apoyar y valorar plenamente el trabajo de las mujeres rurales. Honrar su labor es invertir en un futuro de bienestar, justicia y vida para todos.