
La Navidad contemporánea se presenta hoy un palimpsesto donde la mercadotecnia ha intentado borrar las huellas de la historia y el espíritu. Lo que originalmente fue una maniobra de sincretismo político y religioso, se ha transformado en la máxima expresión del fetiche de la mercancía.
El origen: Un injerto sobre el fuego pagano
Es un hecho histórico aceptado que la fecha del nacimiento de Jesús de Nazaret es un enigma. La fijación del 25 de diciembre no responde a una precisión cronológica, sino a una estrategia de sustitución cultural de la cristiandad romana. Se buscó solapar la figura de Cristo sobre las celebraciones del solsticio de invierno y el renacimiento del Dios del Fuego en los rituales del norte de Europa y las Saturnales romanas. El fuego sagrado que marcaba el retorno de la luz fue apagado para encender las velas de un dogma institucionalizado.
La modernidad: Del ritual al derroche inmoral
En la era del libre mercado, esa construcción religiosa ha mutado en una pleitesía al consumismo. La Navidad hoy es:
- Vanidad exhibicionista: La validación personal a través del objeto y la marca.
- Derroche inmoral: Un ciclo de desperdicio que ignora las profundas brechas de desigualdad global.
- Maremágnum de mercancía: La saturación de los sentidos para anular la reflexión crítica.
Sin embargo, en medio de este estruendo publicitario, aún sobreviven rescoldos de humanidad. Persisten sentimientos nobles y deseos genuinos de cultivar el amor y el bienestar familiar; actos de resistencia afectiva que se niegan a ser empaquetados y vendidos.
Un grito por la Vida: De Gaza a Abya Yala
No puede haber «paz en la tierra» mientras el silencio cómplice rodea la barbarie. En estas fechas de supuesto «amor al prójimo», es un imperativo ético denunciar el genocidio en Gaza y alertar sobre los exterminios que el poder colonial y extractivista proyecta para el futuro. La humanidad no puede celebrar mientras se aniquila la vida de pueblos enteros bajo el fuego de la guerra moderna.
Desde Abya Yala, reafirmamos nuestra voluntad inquebrantable de ser un territorio de paz. Proclamamos un continente libre de invasiones, sin la piratería de nuestros recursos y sin las guerras impuestas por intereses ajenos. Que el fuego que hoy encendamos no sea el de las compras suntuosas, sino el de la memoria y la justicia para todos los pueblos oprimidos.