El libro del Génesis narra el primer homicidio maldecido por Dios, cuyo presagio persigue hasta hoy la «convivencia» entre el campo y la ciudad. Caín (sedentario, padre de las civilizaciones urbanas), asesino de su hermano Abel (padre de nómadas campesinos), derramó sangre inocente en el campo que Dios prometió vengarlo condenando a aquel y a su descendencia a la diáspora (alejamiento de la Tierra) y a la incertidumbre (zozobra) eterna.

Desde aquel episodio mítico ético, al parecer, el campo y ciudad están condenados a la conflictividad constante. El campo representa la vida y la humildad de Abel, y la ciudad, la muerte, el sufrimiento y la prepotencia de Caín.

En la Europa cristiana, este irresuelto conflicto mítico bíblico,  se buscó saldar en diferentes momentos históricos, fundamentados y orientados con relatos teológico bíblicos incluso. Ocurrió en 1524-1525, (hace exactamente 5 siglos atrás) en Alemania, la famosa «guerra campesina» que recorrió varios países de la actual Europa del Norte.

En aquel entonces, decenas de miles de campesinos, biblias y herramientas de labranza en mano, se levantaron violentamente contra los monarcas, príncipes y nobles opulentos y abusivos, predicando la instauración de la justicia divina. Sí, era nada más y nada menos, un movimiento campesino socioreligioso que, ante los criminales abusos de las oligarquías, buscaba redimir la inocente sangre derramada de Abel. Así lo predicaban teólogos campesinos que encabezaron aquellos apoteósicos levantamientos como Tomás Müntzer, Johannes Stumpf y otros protestantes.

El dantesco levantamiento campesino en Europa, por su horizonte teórico que los guiaba, y por sus acciones inmisericordes y multitudinarias, fue llamado por Karl Marx como: «El acontecimiento más radical de la historia alemana».

Cinco siglos después de aquella irredenta historia, que fue ahoga en sangre, campesinos y campesinas de toda la moderna Unión Europea (UE) se levantan, casi con las mismas consignas contra la tiranía de los señoríos aglutinados en Bruselas. Buscando liberarse de los abusos inmisericordes que les imprimen la UE y las empresas transnacionales, bajo el mando del Estado profundo de los EEUU. La UE, con su Política Agraria Común (PAC) busca aniquilar por completo al campesinado europeo, así como Caín aniquiló a Abel, bajo el manto del silencio cómplice de los medios corporativos de aquí y de allá.

Desconocemos las motivaciones ético mítico de campesinos movilizados, montado en sus tractores, infestando con basura y con estiércol a las «pulcras» urbes de la Europa moderna. Pero, lo que sí conocemos es que las acciones de la oligarquía de Bruselas en contra de las manos que les dan de comer son más que criminales. No es ético financiar tanques y aviones de combate en guerras ajenas mientras se deja morir en el silencio a quienes nos dan de comer.